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Donde se encuentran los derechos disca y los derechos animales: una conversación entre Sunaura Taylor y Caelyn Randall [traducción].

Dando una vuelta por internet nos topamos con una entrevista que le hicieron a Sunaura Taylor en el podcast de Edge Effects. Es una hora de entrevista en inglés, pero tuvieron el detallazo de transcribir algunas partes de la misma. Nos pareció buena idea traducirlo y ponerlo a vuestra disposición. Agradecemos a Edge Effects por compartir sus materiales con licencia creative commons 4.0 y a la persona que ha traducido la entrevista desinteresadamente.

Este cuadro de una vaca despellejada muestra deformidades en las extremidades y los músculos producidas por la ganadería industrial. Como Sunaura Taylor muestra, la ganadería industrial produce discapacidad a los animales y lo rentabiliza. Cuadro de Pouyaafshar (2010).

Caelyn Randall: ¿Podrías hablarnos de los términos que utilizas, como «liberación» y de cómo surgió la idea de unir discapacidad y liberación animal en un mismo libro?

Sunaura Taylor: La palabra «liberación» ya aparece en el subtítulo de mi libro: Crip. Liberación animal y liberación disca. El término «liberación» lo empleó Peter Singer en el libro de referencia sobre el antiespecismo, Liberación Animal, y ayudó a movilizar el activismo a favor de los derechos de los animales. Personalmente, admiro muchos aspectos del libro, pero es preocupante la manera en la que instrumentaliza la discapacidad desde su planteamiento filosófico para la liberación animal. Por eso me pareció importante incluir la discapacidad en el título de mi libro. El término «liberación» también hace referencia al libro de Eli Clare, Exile and Pride: Disability, Queerness, and Liberation. Ese libro fue uno de los primeros que ahondaban en la discapacidad desde la raíz, y por eso se convirtió en uno de los pocos ensayos que relacionaban la discapacidad con el medioambiente.

El lenguaje que usamos para los derechos de los animales es importante y animo su uso, pero yo quería usar un lenguaje que diera lugar a un debate más profundo. En todo el libro, he procurado incorporar la liberación y la justicia para plantearnos otros parámetros desde los que abordar los derechos. Por mi experiencia con comunidades con discapacidad y otras que son marginadas, soy consciente del flaco favor que se les suele hacer desde el movimiento por los derechos de los animales, porque normalmente se centran en personas sin discapacidades y en hombres blancos. Aún hay muchos motivos importantes por los que estos movimientos se han interpretado como conflictivos, pero cada vez más he ido comprendiendo que se han abordado de manera errónea, ya que no solo son luchas compatibles, sino que además tienen mucho que aportarse mutuamente.

CR: En tu libro cuentas la historia de cómo se trata a Booee y a otros chimpancés que se comunican por lengua de signos americana (ASL). ¿Por qué nuestra especie parece que solo le da valor a la comunicación de los animales cuando imitan la nuestra? ¿Y por qué la lengua animal o sus capacidades de comunicación determinan la manera en la que creemos que deberíamos tratarlos?

ST: El trágico caso de Booee es un ejemplo de nuestra confusión en torno a los animales y de nuestra falta de empatía y desconocimiento de sus habilidades. A Booee se le enseñó la lengua de signos en los años 70, y como era propiedad de alguien, lo vendieron junto a otros chimpancés a un laboratorio. Fue un caso muy sonado y provocó indignación, porque algunos de esos chimpancés eran muy conocidos. A algunos los liberaron, pero a Booee no porque no era tan conocido. Tampoco se liberó a otros chimpancés que no sabían lengua de signos. Booee estuvo 13 años encerrado en una jaula.

Entonces, me pregunté por qué nos indignamos únicamente con los animales que demuestran saber simular los rasgos neurológicamente típicos o sin discapacidades de la especie humana. Incluso esa indignación se ha podido dar por enjaular a esos chimpancés que tenían habilidades humanas y no por el hecho de enjaularlos en sí. La historia de Booee es una muestra de las limitaciones y la problemática de utilizar únicamente argumentos en la línea de: «Este animal tiene una comunicación compleja», o «Este animal ha superado la prueba del espejo». Nos resulta cómodo centrarnos solo en las capacidades y habilidades que nos proporcionan una ventaja en una sociedad que es antropocentrista y capacitista. Y ese es el razonamiento principal de mi libro: a los animales no humanos y a las personas con discapacidad les afecta el mismo sistema de opresión, que es el capacitismo. Evidentemente, no solo existe este sistema de opresión, ya que se alimenta de todas las demás formas de opresión existentes.

Nuestra manera de validar lo que consideramos lengua siempre es desde el criterio humano. Por eso solo se tienen en cuenta muchas de las habilidades y capacidades que tenemos marcadas como objetivo. Y siempre son metas inalcanzables, porque están planteadas desde nuestra perspectiva antropocéntrica. Es lo que excluye un gran abanico de habilidades que los humanos no tenemos y que otras especies sí. Considero que los estudios sobre discapacidad pueden ayudar a desprendernos de estos objetivos y demostrar que hay muchas y distintas maneras de ser humano.

CR: ¿En qué se basa la ideología capacitista cuando habla de lo que es «natural»? ¿Qué consecuencias o efectos tiene el capacitismo y lo natural tanto en animales como en personas con discapacidad?

ST: Al menos, desde un punto de vista occidental, la discapacidad se ha entendido como un hecho biológico en base a las limitaciones asociadas a dicha discapacidad, que son individuales y naturales. La gente cree que las limitaciones asociadas a no poder andar, por ejemplo, son relativas a mi cuerpo. Y por ende, es mi cuerpo el que tiene la limitación. El papel de las perspectivas críticas de la discapacidad es el de cuestionar este tipo de mentalidad, y con esto no me refiero a que la realidad material del cuerpo no sea relevante, sino que esa no es la única manera de comprender el cuerpo. La discapacidad como categoría diferencial es un constructo social, reflejo de cómo se organiza la sociedad y de cómo da privilegios a un determinado tipo de cuerpo. 

El capacitismo es un sistema de opresión que normaliza y pone en valor ciertas habilidades frente a otras y que naturaliza esa jerarquía. Uno de los conceptos a los que suelo recurrir aparte de este debate sobre lo que es considerado «natural» es la dependencia. Los estudios sobre discapacidad han observado con detenimiento los cuidados y la dependencia y lo que supone ser dependiente y recibir cuidados. Estos estudios pueden desafiar y desarrollar ideas de mutualidad y reciprocidad en nuestras relaciones y responsabilidades hacia los animales para que empecemos a pensar más en nuestra interdependencia con los animales domésticos más que en su dependencia hacia el ser humano.

CR: ¿Qué argumentos tienes contra la violencia sistémica que ocasiona discapacidades en los animales en la ganadería industrial y también en las personas? ¿Cómo se combate esa violencia sistémica que causa discapacidades sin considerarlas no deseables?

ST: Primero, planteo que la realidad material de que los cuerpos de todos los animales que usamos y que explotamos en las distintas industrias tienen discapacidad. Los animales de estas industrias están en ambientes que contaminan enormemente y que son limitantes, lo que les acarrea discapacidades físicas y mentales. Estas discapacidades son rentables. La industria de la carne no sería rentable si no provocara discapacidades en los animales. Es decir, se cría a animales para producir más leche de la que pueden, se les tiene en entornos en los que sus músculos se debilitan tanto que se les rompen los huesos o tienen deficiencia de vitaminas. También es importante que pensemos en quienes trabajan en esos entornos, en las personas empleadas en esas granjas industriales, por poner un ejemplo. Son las personas más vulnerables desde el punto de vista de la explotación laboral, porque probablemente no tengan papeles, sus ingresos sean bajos, sean personas racializadas o tengan una discapacidad intelectual. Esos entornos laborales también causan y producen discapacidades en los seres humanos. También podríamos fijarnos en las formas de contaminación que ocasionan estas industrias en la tierra y en el agua y en cómo estas generan discapacidades y enfermedades en el medioambiente.

¿Cómo podemos defender que la discapacidad se origina normalmente por una desigualdad sistémica y cómo podemos combatir esa violencia sosteniendo a su vez que la discapacidad puede representar un espacio generador y valioso donde se comprendan otras formas de existencia? La discapacidad evidencia la centralidad y la importancia de valorar la interdependencia y los cuidados. Veo muchos contextos de todo tipo en los que la liberación desde la experiencia de la discapacidad puede desafiar la ética del trabajo capitalista y la romantización de la independencia, entre otras cosas. Tenemos que defender las dos realidades simultáneamente. No creo que podamos conseguir estos espacios de liberación, generativos y bellos de discapacidad si no desafiamos también esta violencia sistémica que genera discapacidad.

CR: Propones lo que denominas como «modelo social de veganismo» para entender el veganismo como una opción accesible. ¿A qué te refieres con «modelo social de veganismo» y cómo puede este concepto ayudarnos a definir y replantearnos debates sobre la comida y la accesibilidad?

ST: Intento desvincularme de la manera en que se ha presentado siempre al veganismo, como un estilo de vida. Para mí, ser una persona vegana es parecido a ser feminista, porque es un acto político y supone encarnar una postura de resistencia frente al capacitismo, que cosifica y explota los cuerpos. Es una manera de promulgar mis principios políticos y éticos. Con esto no quiero decir que la salud y la dieta no deban formar parte del movimiento. Soy académica en estudios de discapacidad y, desde luego, creo que la salud es una cuestión política. Pero creo que de alguna manera, a menudo y como mínimo en los enfoques más conocidos, el veganismo como algo relativo a la salud o a la dieta, tal y como ha señalado la doctora A. Breeze Harper, es muy racista y clasista, además de capacitista [nota de la editorial: si esta afirmación te suena extraña, puedes leer gratis Veganismo en un mundo de opresión aquí].

El modelo social de veganismo es justo con los animales, es integral y va muy ligado a otros movimientos que buscan justicia. Se toma en serio la opresión hacia los animales y tiene una importante relación con otros sistemas de opresión. Pero también considera que el veganismo tiene su lugar y sus diferentes implicaciones y métodos según la persona y el contexto del que se proceda. Es un matiz muy importante, porque no quiero hacer un planteamiento general sobre el veganismo. Vivimos en un mundo muy caótico, con diferentes aprendizajes y realidades actuales de violencias raciales y coloniales. No creo que sea de mucha ayuda trazar líneas generales de lo que supone el veganismo, sino que deberíamos concebirlo como un acto político, teniendo claro que está relacionado con otras luchas que buscan la liberación.

CR: ¿Qué proyectos tienes a la vista?

ST: Estoy ahondando en la vinculación que tiene la discapacidad con el medioambiente, con los sistemas del agua y de las tierras, sobre todo en el daño medioambiental. El lenguaje del daño medioambiental surge de muchos contextos, tanto en medidas por el medioambiente como en la perspectiva humanística. Dicho lenguaje asocia el daño medioambiental con la discapacidad. Por ejemplo, concebimos al clima como mutante y a la tierra como enferma, herida o amputada. La Ley de Agua Limpia define a las aguas de los distintos países como “aguas deficientes.” Así surgen estas referencias a la discapacidad en las conceptualizaciones sobre el medioambiente. En mi proyecto, me tomo en serio el lenguaje y propongo un enfoque solidario entre el activismo de la discapacidad y del medioambiente.

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